
Estadísticamente, casi todos los deportistas, con pocas excepciones, tienen problemas musculoesqueléticos a la edad de 45-50 años. Y esto afecta a su estado de ánimo, físico y psicológico, reduciendo su calidad de vida.
A esta edad, ya existe el riesgo de volver a cometer un error. Si no estamos hablando de grandes logros deportivos y de batir récords, estamos intentando sobrecargar las “articulaciones de la vejez”, sin darnos cuenta de que las cargas habituales de su juventud pueden percibirse ahora como excesivas y pueden tener consecuencias negativas. A las personas acostumbradas a los deportes de competición les resulta más difícil darse cuenta de que la entropía es inevitable y que todos nuestros sistemas corporales están sometidos a ella a nivel celular después de los cuarenta: las estructuras óseas, los tejidos cartilaginosos y todo el sistema musculoesquelético.
Esta tensión excesiva puede dañar las articulaciones y los ligamentos. Para no sobrepasar la norma fisiológica, la carga sobre las articulaciones del deportista debe calcularse con precisión.
Toda persona aficionada al deporte profesional es muy susceptible de sufrir lesiones y cambios patológicos en las articulaciones y la columna vertebral. Los microtraumatismos y esguinces, los golpes y las torceduras sufridos accidentalmente durante el entrenamiento se acumulan y pueden provocar con el tiempo la deformación de las articulaciones y los ligamentos y la pérdida de su volumen y elasticidad naturales.